La resiliencia.

Probablemente, hayas oído hablar del concepto “resiliencia” y te hayas preguntado ¿qué es eso de la resiliencia? Quizá te hayas preguntado, ¿habrá querido decir resistencia? Lo cierto es que he querido decir resiliencia. Se trata de un término muy actual y… parece ser que ser «resilientes» tiene una gran cantidad de ventajas.

Llegados a este punto, voy a ver si consigo explicarlo fácilmente. Imagina que coges una esponja y aprietas fuerte entre tus dedos, observa como se adapta a la presión de tus dedos, ahora suéltala y observa como recupera su forma inicial. Bien, pues eso sería ser resiliente, recuperarse después del apretón. En nuestro caso, el apretón serían los momentos de la vida que nos lo hacen pasar mal, situaciones adversas  o traumáticas. Por otro lado, a diferencia de la esponja, además de recuperarnos del apretón aprendemos de él, y este aprendizaje nos hace estar más preparados para la siguiente ocasión en la que sufrimos un momento difícil.

Ahora ya podemos entender qué es la resiliencia, es la capacidad que tenemos de adaptarnos y salir adelante de las situaciones difíciles que nos llegan en la vida, sin rompernos y estando más preparados para la siguiente, es una capacidad que nos protege de las situaciones traumáticas y de sus consecuencias.

Puedes preguntarte si la resiliencia es algo con lo que se nace o podemos ir aprendiendo. Una de sus características es que se trata de algo dinámico a lo largo de la vida, esto quiere decir que las personas podemos aprender a ser más resilientes cada día y con cada experiencia.

Vamos a ver alguna de las características de las personas resilientes.

• Las personas resilientes, son personas sociales, son empáticos, les gusta ayudar a los demás y se preocupan por su bienestar. Mantienen vínculos sanos con los que les rodean generando una red social de apoyo mutuo.
• Son ser personas con un estilo de vida saludable y sano, una correcta alimentación, deporte, sueño… son factores que están presentes en su día a día.
• Son personas con flexibilidad mental, se fijan en las opciones para afrontar la situación que tienen delante, la reevalúan y buscan posibles soluciones para ella.
• Aprenden de lo ocurrido, analizan y buscan la parte más positiva o una explicación de lo ocurrido, con ello hacen frente a la incertidumbre que constituye una gran fuente de estrés.

Conociendo estas características nos damos cuenta de algunos cambios que podemos hacer para convertirnos en personas resilientes, como construir una buena red social y de amigos que nos sirva de apoyo. Aprender a regular nuestras emociones fomentando las positivas y entendiendo las emociones negativas, para lo cual, podemos apuntarnos a programas de meditación, mindfulness, yoga.

Además, es importante llevar una vida sana con una práctica regular de deporte como puede ser correr, pasear, montar en bicicleta, fútbol… estas actividades a su vez nos permiten interaccionar más con los demás y crear o ampliar nuestra red social, la cual como hemos visto también nos ayuda regular nuestras emociones. Es como un pequeño círculo.

La resiliencia depende en gran parte de cómo funcione nuestro cerebro y de cómo trabaja en las situaciones de estrés. El cerebro tiene una característica fundamental que es la plasticidad neuronal, que consiste en la formación de nuevas conexiones neuronales a medida que vamos aprendiendo en la vida de las experiencias. Cuantas más veces repetimos una conducta, más consolidadas estarán esas nuevas conexiones y más accesibles estarán en los momentos difíciles para ayudarnos a llevarlos un poquito mejor, a esto se refiere cuando habla de flexibilidad mental, a la capacidad de generar nuevas redes neuronales adaptativas y funcionales o fortalecer las existentes.

Si nos convertimos en personas más resilientes no vamos a evitar por completo el estrés, tampoco evitaremos el sufrimiento o el dolor que se vive en un momento de trauma, pero sí lograremos afrontarlo un poco mejor y con menos consecuencias a largo plazo.

¿Te animas a intentarlo?